No corra tu lengua más que tu pensamiento
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No creo en la casualidad ni en la necesidad; mi voluntad es el destino.
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No creo en la muerte porque uno no está presente para saber que, en efecto, ha ocurrido.
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No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices, quiere que seamos capaces de amar y de ser amados, quiere que maduremos, y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama nos concedió el don de sufrir; o por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos; porque somos como bloques de piedra, a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura de un hombre, los golpes de su cincel que tanto daño nos hacen también nos hacen más perfectos.
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No creo que existan reglas sobre los asuntos del amor y la cantidad de compasión que conllevan.
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No creo que haya que lamentarse sobre el propio destino, pero a veces es muy duro.
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No creo que los amigos sean necesariamente la gente que más te gusta, son meramente la gente que estuvo allí primero.
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No critiques a tus enemigos que a lo mejor aprenden.
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No daré veneno a nadie aunque me lo pida, ni le sugeriré tal posibilidad.
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No deja de ser humillante para una persona de ingenio saber que no hay tonto que no le pueda enseñar algo.
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